Francia Márquez ha encendido la chispa de un escándalo político que podría redefinir el rumbo del gobierno de Gustavo Petro. En una entrevista explosiva, reveló las tensiones internas que han marcado su gestión al frente del Ministerio de la Igualdad, confirmando una feroz confrontación con Laura Sarabia, quien, según ella, ha sido un obstáculo deliberado en la realización de su ministerio. Estas acusaciones no son meras habladurías; son un grito de alerta sobre una guerra interna por el poder que se libra en el corazón mismo de la presidencia.
Márquez, en un tono desgarrador, relató cómo su ministerio ha enfrentado sabotajes y retrasos intencionados desde el Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE), liderado por Sarabia. La vicepresidenta no se contuvo al afirmar que, en lugar de apoyo, encontró resistencia. “No tuve una aliada para avanzar”, declaró, dejando claro que su lucha por crear una institución vital para la igualdad se ha visto frustrada por una burocracia asfixiante.
La historia se remonta a un Consejo de Ministros transmitido en vivo, donde la tensión entre ambas funcionarias se hizo palpable. Lo que debía ser un momento de unidad se convirtió en un campo de batalla, revelando las fracturas dentro del gabinete. Sarabia, a pesar de su cercanía con Petro, ha sido señalada como una figura clave en la parálisis del ministerio.
Las palabras de Márquez son un testimonio de la complejidad del poder en el gobierno actual, donde las luchas internas han dejado a millones de colombianos esperando cambios prometidos. Con cada retraso, se desvanecen las esperanzas de una verdadera transformación social. Este escándalo no solo expone la falta de colaboración, sino que plantea preguntas sobre la viabilidad de la coalición en el futuro. La batalla por el control del poder en Colombia se intensifica, y las consecuencias podrían ser devastadoras. ¿Estamos ante el inicio de una nueva era de conflictos internos que amenazan la estabilidad del gobierno? El tiempo lo dirá, pero lo que es innegable es que la lucha por la igualdad está lejos de ser una mera cuestión administrativa; es una cuestión de vida o muerte para muchos.