**¡Escándalo en la política colombiana! Corte Suprema demanda a Armando Benedetti por injurias**
En un giro inesperado que sacude los cimientos de la política colombiana, la Corte Suprema ha exigido al ministro del Interior, Armando Benedetti, retractarse públicamente de sus explosivas acusaciones contra Lina Vélez, exdirectora del ICBF. Este escándalo no solo pone en jaque la reputación de Benedetti, sino que también plantea serias interrogantes sobre la responsabilidad de los funcionarios públicos en la era de las redes sociales.
El conflicto se origina en una serie de publicaciones incendiarias que Benedetti realizó en la plataforma X (anteriormente Twitter) entre abril y agosto de 2022, donde no escatimó en descalificaciones hacia Vélez, acusándola de corrupción y saqueo, sin presentar pruebas que respaldaran sus afirmaciones. Estas declaraciones llevaron a Vélez a interponer una demanda penal, alegando que su honor había sido gravemente dañado.
La situación escaló cuando la Fiscalía General de la Nación determinó que había suficientes evidencias para acusar a Benedetti de injuria, lo que llevó a la Corte Suprema a asumir el caso por atracción, dado el cargo de alto perfil que ostenta el ministro. En un proceso abreviado, ambas partes finalmente llegaron a un acuerdo, donde Benedetti se comprometió a retractarse y a publicar dos mensajes en sus redes sociales rectificando sus acusaciones.
Este episodio no solo revela las consecuencias legales de la imprudencia en redes sociales, sino que también reabre el debate sobre la libertad de expresión y la responsabilidad de los funcionarios al hacer declaraciones tan graves. Mientras algunos defienden el derecho a expresarse, otros exigen que las acusaciones de corrupción estén respaldadas por pruebas concretas para evitar daños irreparables a la reputación de las personas.
A medida que el caso avanza hacia su resolución, la pregunta persiste: ¿deben los funcionarios públicos tener más cuidado al utilizar las redes sociales, o es este un ataque a la libertad de expresión? Sin duda, el escándalo Benedetti es un recordatorio de que en la política, las palabras pueden tener un peso devastador.