Juan Soto, la estrella dominicana de los Padres de San Diego, ha roto el silencio sobre su decisión de no firmar un contrato de 460 millones de dólares, revelando las intensas emociones que lo acompañaron durante su traspaso desde los Nacionales de Washington. En un conmovedor relato, Soto compartió que las semanas previas a su cambio fueron las más difíciles de su carrera, llenas de lágrimas y ansiedad.
El joven pelotero, que irrumpió en las Grandes Ligas a los 19 años, se sintió traicionado cuando se hicieron públicos los detalles de su transacción. “No me gustó para nada. Lo odiaba”, declaró Soto, quien se sintió abrumado por la presión y el descontento que su rechazo a la oferta millonaria generó en su entorno. A pesar de la tentación de la suma astronómica, su prioridad siempre fue jugar el deporte que ama. “Hubo días en que sentí que ya no era divertido”, confesó.
El apoyo de sus compañeros, como Nelson Cruz y Manny Machado, fue crucial durante este turbulento periodo. Machado, quien también vivió un cambio similar, entendió el dolor de Soto, quien pasó su llegada a San Diego llorando y lidiando con la ansiedad. Con el tiempo, el dominicano ha comenzado a adaptarse a su nuevo equipo y a dejar atrás la presión que lo asediaba.
Este episodio revela la humanidad detrás de la figura del atleta, recordándonos que, a pesar de los contratos millonarios y la fama, los peloteros también enfrentan desafíos emocionales. La historia de Juan Soto es un poderoso recordatorio de que detrás de cada gran jugador hay un ser humano con sentimientos, luchas y aspiraciones. La MLB no es solo un negocio; es la vida de quienes la juegan.