**Frente a los aranceles de Trump, China responde con tierras raras y deuda. La guerra se regula**
En un giro inesperado en la guerra comercial entre Estados Unidos y China, Beijing ha decidido utilizar su control sobre los minerales críticos, conocidos como tierras raras, como arma de negociación frente a los aranceles impuestos por Donald Trump. Este movimiento marca un punto de inflexión en las relaciones entre las dos potencias, que se encuentran en un delicado equilibrio entre la competencia y la cooperación.
Adrián Díazmarro, experto en relaciones chino-estadounidenses, ha señalado que ambos países son interdependientes y que una ruptura total sería perjudicial para ambos. “China controla el 70% de la producción de tierras raras, esenciales para el sector tecnológico, lo que le otorga una ventaja significativa en estas negociaciones”, afirmó Díazmarro. Este recurso se ha convertido en una herramienta clave en la estrategia de China para contrarrestar las limitaciones tecnológicas impuestas por Estados Unidos.
Mientras Trump continúa sus negociaciones con otros aliados como Corea del Sur y Japón, la presión sobre sus políticas comerciales aumenta. La posibilidad de que China reduzca el suministro de tierras raras podría tener repercusiones devastadoras para la industria tecnológica estadounidense, que depende en gran medida de estos minerales. La tensión se intensifica a medida que ambos países buscan un equilibrio que evite una guerra comercial abierta.
Sin embargo, la situación es aún más compleja. China no solo tiene la carta de las tierras raras en la mano, sino que también posee una porción significativa de la deuda estadounidense. Esto plantea preguntas sobre la capacidad de Trump para mantener su enfoque agresivo sin sufrir consecuencias económicas graves.
A medida que el conflicto avanza, el mundo observa con atención. La relación entre China y Estados Unidos podría estar en una encrucijada, donde cada decisión puede llevar a un desenlace inesperado. La guerra comercial no solo afecta a las dos naciones, sino que también tiene implicaciones globales que podrían redefinir el futuro del comercio y la diplomacia internacional.