¡Escándalo en la política colombiana! El ministro del Interior, Armando Benedetti, ha desatado una tormenta mediática al defender en vivo al presidente Gustavo Petro, quien ha sido objeto de críticas por su gestión del tiempo y rumores sobre su salud. Durante una entrevista, Benedetti afirmó que el mandatario tiene el derecho de organizar su agenda sin presiones externas, desestimando las acusaciones infundadas sobre problemas personales y adicciones.

Estas declaraciones surgen en un contexto de especulaciones sobre el paradero de Petro en momentos clave, lo que ha alimentado rumores sobre su salud y su supuesta relación con el alcohol. Petro, por su parte, ha desmentido estos rumores en múltiples ocasiones, explicando que su gastritis crónica le impide consumir alcohol en exceso. En un acto público, el presidente enfatizó que cualquier consumo de alcohol le causa un dolor insoportable, desmintiendo así las insinuaciones malintencionadas.

Benedetti también reveló que Petro no sigue una agenda rígida, lo que ha generado malestar en algunos sectores que esperan mayor formalidad. Según el ministro, cualquier intento de imponerle horarios estrictos es visto por el presidente como un ataque a su libertad, lo que ha llevado a comparaciones con la vida de un artista que busca un respiro en medio de la presión.

Sin embargo, no todos han sido comprensivos. El excanciller Álvaro Leiva insinuó que una desaparición de Petro durante un viaje a París estuvo relacionada con el consumo de sustancias prohibidas, lo que provocó un intenso debate público. La hija del presidente, Andrea Petro, salió en su defensa, argumentando que su ausencia fue un momento de desconexión familiar, resaltando la necesidad de privacidad en la vida de un líder.

Este escándalo pone de manifiesto la tensión entre la expectativa pública de transparencia y el derecho a la intimidad de los líderes políticos. Mientras algunos exigen rendición de cuentas, otros defienden la necesidad de momentos de privacidad para mantener la salud mental en un cargo tan demandante. La pregunta persiste: ¿debe un presidente seguir horarios estrictos o es válido que reserve tiempo para sí mismo? La discusión está abierta y promete seguir generando controversia en la esfera pública.