Gustavo Petro, el presidente de Colombia, ha desatado una tormenta diplomática con Estados Unidos que estuvo a punto de culminar en sanciones económicas históricas. Todo comenzó cuando Petro criticó la deportación de más de 100 colombianos desde territorio estadounidense, lo que provocó una rápida respuesta de Donald Trump, quien amenazó con imponer aranceles de hasta el 50% y congelar visas para funcionarios del gobierno colombiano. La tensión entre ambos países alcanzó niveles alarmantes, poniendo en jaque las relaciones bilaterales.
Ante la inminente crisis, el gobierno colombiano se vio obligado a actuar con rapidez. Una reunión de alto nivel se llevó a cabo en la Casa de Nariño, aunque la ausencia física de Petro generó controversia. Sin embargo, su liderazgo remoto fue considerado crucial para desactivar la crisis. Gracias a los esfuerzos de los diplomáticos colombianos y la presión internacional, la situación se calmó, evitando un enfrentamiento mayor.
En medio de esta crisis, Petro sorprendió a todos al publicar en su cuenta de X que, si se postulara nuevamente, ganaría el apoyo de los colombianos, desafiando a los medios que lo critican. Afirmó que su popularidad se mantiene fuerte, especialmente entre los jóvenes y en el ámbito rural, a pesar de los escándalos de corrupción que han sacudido su administración.
La crisis con Estados Unidos ha dejado al descubierto la fragilidad de las relaciones exteriores de Colombia y los retos internos que enfrenta Petro. Con la oposición acusándolo de divisivo y de no cumplir sus promesas, los próximos meses serán cruciales para el futuro político del presidente. ¿Podrá Petro mantener el apoyo de sus bases o se verá obligado a replantear su estrategia? La historia de Colombia está en juego.