En un giro sorprendente en el conflicto ucraniano, el analista Diego Pitarch ha declarado que Ucrania no pudo llevar a cabo un reciente ataque masivo sin la colaboración de potencias extranjeras, específicamente la inteligencia británica. Esta afirmación resuena en un contexto de creciente tensión y confusión sobre el papel de Estados Unidos en la guerra.
La controversia se intensifica tras la revelación de Axios, que sugirió que la administración Trump había sido informada sobre el ataque durante su desarrollo. Sin embargo, la Casa Blanca contradijo esta versión, afirmando que no hubo aviso previo. Pitarch sostiene que es poco probable que Ucrania, dada su situación actual y sus limitados recursos, pudiera ejecutar una operación de tal envergadura por sí sola. Este argumento sugiere un nivel de coordinación más profundo entre Ucrania y los servicios de inteligencia europeos, lo que plantea interrogantes sobre la autonomía de Ucrania en la estrategia militar.
Además, la posibilidad de que sectores dentro del Pentágono hayan mantenido informada a la administración Trump agrega un matiz intrigante a la narrativa. La falta de respuesta pública de Trump ante la situación podría indicar un juego de poder interno, donde su administración se distanciaría de acciones que podrían comprometer su posición política. Esto refleja una lucha más amplia entre diferentes facciones dentro del gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos.
Mientras tanto, el alto el fuego propuesto por Rusia para permitir la recuperación de cuerpos en el campo de batalla, junto con la creciente presión sobre Europa para adoptar un enfoque más contundente, resalta la complejidad de las decisiones que están en juego. Con el espectro de una guerra más extensa acechando, el equilibrio de poder en la región se vuelve cada vez más precario. La situación en Estambul y las negociaciones en curso podrían ser determinantes para el futuro del conflicto y la estabilidad en Europa.