Rusia ha desatado una nueva ola de terror sobre Ucrania, lanzando un “ataque letal” que ya está dejando una estela de devastación y caos. Las fuerzas rusas bombardearon la ciudad de Gersón, dañando gravemente edificios gubernamentales y dejando al menos cinco muertos en el norte del país tras un ataque masivo con drones y misiles balísticos. Esta escalofriante ofensiva se produce en respuesta a los recientes ataques ucranianos en territorio ruso, con el presidente Vladimir Putin prometiendo una represalia contundente.
Ayer, Putin se negó rotundamente a un alto el fuego y a una reunión con su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, mientras la tensión entre ambos países se intensifica. En una conversación telefónica con Donald Trump, Putin reafirmó que Moscú no se quedará de brazos cruzados ante lo que considera agresiones. En este contexto, el Pentágono ha advertido a los aliados de la OTAN que deben dejar de depender de Estados Unidos, enfatizando la necesidad de aumentar el gasto en defensa hasta un alarmante 5%.
Mientras tanto, Zelenski ha condenado los recientes ataques rusos y ha instado a la comunidad internacional a endurecer las sanciones contra Moscú. “La fuerza es lo que cuenta. Un alto el fuego solo es posible a través de la fuerza”, proclamó Zelenski, subrayando la urgencia de una respuesta global unificada.
Este dramático giro en los acontecimientos se produce en un momento crucial para la OTAN, donde se está debatiendo la posibilidad de aumentar significativamente el gasto militar. La situación es crítica y el mundo sigue en vilo ante la escalada de violencia entre Rusia y Ucrania. Las próximas horas son decisivas, y la comunidad internacional observa con ansiedad el desenlace de este conflicto que amenaza con desestabilizar aún más la región.