Tensión máxima en Ferrari tras la filtración de datos decepcionantes del SF-25. Este monoplaza no solo representa un fracaso técnico, sino que es un reflejo de las esperanzas frustradas de toda una afición. En Maranello, la Scuderia esperaba un cambio radical, una evolución que la alejara de su reciente historia, pero se encontraron con un vehículo errático y caprichoso que no garantiza un rendimiento constante.
El nuevo director técnico, Loig Serra, se enfrenta a un desafío monumental: un proyecto que ya estaba en marcha, pero que carece de una base sólida para el futuro. El SF-25 se ha convertido en el epítome de lo que Ferrari no puede permitirse repetir en 2026, cuando el nuevo reglamento técnico transformará la Fórmula 1. La pregunta que todos se hacen es: ¿cuánto tiempo se ha perdido ya?
El rendimiento del SF-25 ha sido desastroso. En Miami, Ferrari fue incluso superado por Williams, una humillación técnica y simbólica que desató la frustración en Maranello. Las actualizaciones introducidas en Baréin no tuvieron el efecto deseado; el auto sigue siendo inestable y sufre de falta de adherencia, lo que pone en aprietos a sus pilotos, Leclerc y Sainz.
La próxima carrera en Imola podría ofrecer una leve oportunidad de redención, pero no se esperan milagros. En Barcelona, Ferrari apostará todo en un nuevo difusor y cambios significativos en el chasis, con la esperanza de recuperar terreno ante rivales como McLaren y Mercedes. Sin embargo, la presión es abrumadora y la sombra de 2026 acecha.
La gran pregunta es: ¿está Ferrari dispuesto a arriesgar más en un proyecto que se tambalea? Con la competencia al acecho y la necesidad urgente de resultados, la Scuderia debe decidir si seguir invirtiendo en el SF-25 o cerrar el capítulo 2024 para concentrarse en el futuro. El tiempo corre y la presión aumenta. Ferrari necesita una revolución técnica y mental, ¡ahora más que nunca!