A sus 67 años, Manuel Mijares rompe su silencio dejando al mundo conmocionado. El reconocido cantante mexicano, quien fue parte de una de las parejas más emblemáticas del entretenimiento latino junto a Lucero, ha decidido hablar sobre la verdad detrás de su separación.
Mijares y Lucero, que se conocieron en 1987 durante el rodaje de la telenovela “Escápate conmigo”, vivieron una historia de amor que capturó la atención de millones. Se casaron en una ceremonia televisada en 1997, proclamada como “la boda del siglo”. Sin embargo, a pesar de su imagen perfecta, la relación enfrentó numerosos desafíos.
En sus recientes declaraciones, Mijares ha revelado detalles impactantes sobre su matrimonio, sugiriendo que, a pesar de la ilusión de un amor eterno, la relación estaba destinada al fracaso desde el principio. Los rumores sobre su separación comenzaron a intensificarse en 2008, y aunque ambos intentaron mantener la privacidad, la presión mediática fue implacable.
En 2011, Mijares y Lucero anunciaron su separación. Sin embargo, la noticia fue recibida con especulaciones sobre infidelidades y tensiones, especialmente por parte de las familias de ambos. La madre de Mijares, Pilar Morán, fue crítica con Lucero, sugiriendo que su hijo merecía un trato mejor. A pesar de las controversias, Mijares ha defendido a Lucero, destacando su buena relación y la crianza compartida de sus hijos.
Desde su separación, ambos han encontrado formas de seguir adelante, manteniendo una amistad sólida. Mijares, quien se mudó cerca de Lucero, ha declarado que su vínculo ahora es más fuerte que cuando estaban casados. Mientras que Lucero ha enfatizado que no hay planes de reconciliación romántica, ambos coinciden en que su relación profesional ha prosperado.
Las revelaciones de Mijares han dejado a los fanáticos reflexionando sobre las complejidades del amor y la amistad, recordando que en el mundo del espectáculo, incluso las historias más brillantes pueden tener matices oscuros. La historia de Mijares y Lucero sigue siendo un tema de interés, recordando la fragilidad de las relaciones humanas, incluso entre las estrellas.