La pareja adquirió la villa hace algunos años que tiene dos patios, cinco dormitorios y un gran salón abierto a la cocina
Hace tiempo que Rosauro Varo y Amaia Salamanca decidieron hacer las maletas y marcharse junto a su tres hijos, Olivia, Nacho y Mateo, a la localidad malagueña de Marbella. Durante muchos años, la actriz decidió dejar de lado su carrera profesional para centrarse en su familia mientras que el empresario fue extendiendo sus negocios. Su deseo era huir del ruido y el estrés de la ciudad de Madrid y mudarse a un lugar donde tuvieran el mar cerca, pudieran disfrutar de la naturaleza y, también, fuera acorde a su alto nivel de vida. Varo posee uno de los patrimonios más alto del país y toda la familia recaló en el impresionante chalé de Guadalmina, donde han formado un hogar.
Probablemente dos de los papeles más importantes de Amaia Salamanca fueron en Sin tetas no hay paraíso y Fuga de cerebros. Además, la actriz ha participado en infinidad de publicidades y, también, su perfil de Instagram se ha convertido en un buen catálogo para promocionar distintas marcas. Es por eso que su rostro es uno de los más valiosos, dentro del mundo de la publicidad en nuestro país, y ha hecho que su caché aumenta considerablemente en los últimos años. Además, también hay que tener en cuenta que los últimos proyectos televisivos de Salamanca han sido elegidos con sumo cuidado y pensando en su situación personal.
Amaia y Rosauro se mudaron a su casa de Marbella en 2020
Amaia y Rosauro llevan más de trece años. Se conocieron por amigos en común cuando ambos residían en la capital. Fue allí donde se instalaron juntos y tuvieron sus tres hijos. Pero en 2020 decidieron darle a su vida un cambio de 180 grados y se mudaron a Marbella. Como ya contamos en THE OBJECTIVE, Varo tiene un enorme patrimonio que pasa por varias residencias en distintos puntos de España como en Sevilla, Madrid o Málaga. Probablemente, su casa de la cosa andaluza es una de las más especiales, sobre todo por sus imponentes vistas al mar.
Fue hace unos años cuando la pareja se hizo con la casa que adquirieron, como apunta la revista El Mueble, por unos 1,5 millones de euros con una hipoteca hasta 2027. Lo más especial de la casa es su situación, en la urbanización Guadalmina, y, además, muy cercana a la casa, de por ejemplo, José María Aznar o María Dolores de Cospedal. La casa cuenta con más de 3.500 metros cuadrados y tiene vistas tanto a la sierra como al mar. Además, cuenta con dos plantas y una zona exterior con jardín y piscina. La villa ocupa unos 640 metros cuadrados.
Dos patios, cinco dormitorios y piscina ‘infinity’
La vivienda, además, se distribuye en dos patios, cinco dormitorios, varios baños y un salón con acceso directo a la cocina. Si hablamos de la decoración, la casa está dispuesta con colores claros, donde destacan los detalles más minimalistas. Probablemente lo que más llama la atención es la piscina, de estilo infinity. Aunque eso sí, esta casa no tiene mucho que envidiar a la otra que compraron en la exclusiva urbanización de La Moraleja, en Madrid, que cuenta con más de 490 metros cuadrados distribuidos en tres pisos y una bodega. Sí que es cierto, como apuntan desde el citado medio, que ni Rosauro ni Amaia tienen ninguna de las casas a su nombre, sino que lo hacen en Gat Property Spain SL, un holding empresarial dedicado a sector inmobiliario y en el que Varo es accionista mayoritario.
Otra de las zonas más valiosas de la casa son sus amplios ventanales que dan a un patio interior pero, también, a la parte del jardín. Esto permite que entre luz natural a casi cualquier hora del día. En la vivienda, además, también reinan la madera que contrasta con la elección del suelo que es más claro y frío. Ha sido la propia Amaia quien ha compartido infinidad de imágenes en su casa a través de su perfil de Instagram, donde acumula más de un millón de seguidores. La casa está dividida en varias zonas; una en la que se debe estar de día y otra enfocada al descanso, para la noche.
En la parte del comedor, la estancia está decorada con colores claros, dando cierta importancia a la comodidad, aunque siguiendo una paleta de tonos neutra, en la que solamente rompen la estética con varios cojines y estampados. También, la vivienda cuenta con una zona con muebles más oscuros y cuadros, una ruptura en la estética de la decoración y un cambio considerable.