Era una escena de pelÃcula… pero no de ficción. Bajo las luces cegadoras del set de rodaje de Madrid, el legendario galán Tyrone Power cayó al suelo, espada en mano. El silencio invadió el set. Por unos segundos, todos creyeron que era parte del guion… hasta que notaron que no respiraba.
El Ãcono de Hollywood, sÃmbolo de virilidad y deseo prohibido, murió a los 44 años frente a las cámaras, en una de las secuencias más intensas de “Salomón y Saba”. Pero lo que sucedió después fue aún más oscuro que la propia tragedia.
Según testigos, el rostro de Power parecÃa sereno, casi como si hubiera estado esperando este momento. Semanas antes, le habÃa confesado a un amigo cercano que sentÃa “una sombra siguiéndolo”, que alguien o algo querÃa detenerlo antes de que revelara un secreto capaz de destruir reputaciones.
Porque tras el mito del héroe romántico se escondÃa un hombre destrozado. Su vida era un rompecabezas de amores clandestinos, traiciones de los estudios y una identidad silenciada por la maquinaria hollywoodense. Entre los rumores más persistentes se encuentra que Power mantenÃa un romance secreto con una de las estrellas femeninas más vigiladas de la época, y que ambos planeaban huir juntos de Estados Unidos. Esa confesión, grabada en una cinta que desapareció misteriosamente tras su muerte, sigue siendo el mayor enigma de su legado.

El 15 de noviembre de 1958, la cámara estaba grabando… y el destino escribió el final más cruel.
Minutos después de su colapso, mientras se lo llevaban, un asistente afirmó haber visto una mancha dorada en su pecho, una marca que, según las supersticiones del rodaje, era el sÃmbolo de “la maldición del corazón de oro”, una leyenda que habÃa atormentado a tres actores antes que él.
Su esposa, Débora J. Minardos, dio a luz a su hijo póstumo semanas después. Pero el niño, en lugar de traer paz, desató una feroz disputa sobre el apellido Power, que sacó a la luz cartas, fotos y documentos que Hollywood intentó borrar.