El inconfundible Julio Iglesias, considerado el “rey de las baladas” y uno de los artistas latinos más exitosos de todos los tiempos, no solo ha conquistado escenarios alrededor del mundo, sino que también ha sabido disfrutar de una vida rodeada de lujos y comodidades. Una de sus propiedades más emblemáticas se encuentra en Miami, Florida, una ciudad que se ha convertido en refugio de estrellas internacionales.
La residencia, conocida como la casa de ladrillo, fue adquirida por el cantante en 1985, junto a un terreno de 1,6 hectáreas en una de las zonas más exclusivas y caras de la ciudad. Desde entonces, se convirtió en un espacio íntimo donde Julio pudo combinar el descanso con su faceta de padre y artista.
Hoy, a sus 66 años, Iglesias reconoce que aquella mansión, que en su momento representaba amplitud y prestigio, se ha quedado pequeña para las necesidades de su familia. El cantante comparte su vida con su esposa Miranda Rijnsburger y sus cinco hijos en común, de entre 2 y 12 años, además de recibir con frecuencia a sus tres hijos mayores, fruto de su anterior matrimonio.
Con un hogar lleno de movimiento y visitas constantes, Julio ha tenido que ampliar sus horizontes inmobiliarios, adquiriendo más propiedades no solo en Estados Unidos, sino también en varios países de Latinoamérica, donde continúa siendo un ícono musical y cultural.
La mansión de Miami, sin embargo, sigue siendo un símbolo de su éxito y de la vida cosmopolita que siempre lo ha acompañado. Rodeada de vegetación, con vistas privilegiadas y un diseño que mezcla lo clásico con lo funcional, la casa refleja la personalidad de un hombre que ha sabido vivir entre la tradición y la modernidad.
Más allá de los metros cuadrados o del lujo arquitectónico, esta residencia forma parte de la historia de Julio Iglesias: un espacio donde conviven sus recuerdos, su familia y el legado de un artista que ha sabido cantar —y vivir— a su manera.