¡ESCÁNDALO EN COLOMBIA! El presidente Gustavo Petro lanza una advertencia contundente contra su propia bancada, el Pacto Histórico, tras una traición que amenaza con desmoronar su gobierno. Desde Japón, Petro se entera de que su coalición se fractura en una votación clave, donde Carlos Camargo, a quien había desacreditado, logra 62 votos para un puesto en la Corte Constitucional. La pregunta que resuena en el aire es clara: ¿quiénes de esos votos provienen de sus propios aliados?
Gustavo Bolívar, senador y precandidato presidencial, no se guarda nada y acusa a sus compañeros de venderse al enemigo. Pero esto no es solo un cambio de lealtad; es una red de secretos y mentiras que podría desencadenar purgas dentro del movimiento. En un mensaje explosivo, Petro advierte que cualquier congresista que haya apoyado a Camargo será expulsado del Pacto Histórico. La tensión es palpable y la lealtad se tambalea en el aire.
La sesión del Congreso del 3 de septiembre fue el detonante de esta crisis. La derrota de la candidata oficial, María Patricia Balanta, a manos de Camargo, evidencia una fractura profunda en el oficialismo y una capacidad de articulación sorprendente entre la oposición. La victoria de Camargo no solo cuestiona la influencia de Petro, sino que pone en jaque sus reformas y su legado político.
Desde su cuenta de X, Petro arremete contra el voto secreto, equiparándolo a las prácticas mafiosas que han asolado a Colombia. Su llamado a la transparencia resuena con fervor, pero también polariza a los legisladores. La advertencia es clara: el futuro del Pacto Histórico pende de un hilo y la cohesión del partido está en juego. ¿Quiénes son los traidores? ¿Qué precio han pagado por su voto?
Mientras la crisis se intensifica, el país observa con atención. La lucha por el control del Congreso y el destino de las reformas de Petro está lejos de concluir. Las próximas horas serán decisivas. ¡La batalla por el futuro de Colombia ha comenzado!