Eustace Scrubb, ahora un personaje reformado tras los sucesos de La Travesía del Viajero del Alba, se encuentra con su compañera de clase y nueva amiga Jill Pole en la Casa de Experimentos, donde se sienten miserables. Jill ha sido atormentada por abusadores y se esconde de ellos. Eustace le cuenta a Jill sus aventuras en Narnia y cómo sus experiencias allí provocaron cambios en su comportamiento, lo que, según Jill, probablemente lo convertirá también en el blanco de los abusadores. Eustace sugiere pedir ayuda a Aslan, y cuando los abusadores se abalanzan sobre ellos, ambos atraviesan una puerta que los lleva al País de Aslan.

Se encuentran con un acantilado, donde Jill presume acercándose al borde, y Eustace, al intentar detenerla, cae por el precipicio. Aslan aparece y salva a Eustace lanzándolo en una corriente de viento mágica hacia Narnia. Encomienda a Jill que ayude a Eustace a encontrar al hijo del rey Caspian X, el príncipe Rilian de Narnia, desaparecido años atrás. Le da a Jill cuatro señales para guiarlos en su búsqueda y luego la lleva a Narnia, donde Eustace ya los espera junto a un gran castillo. Observan cómo un hombre anciano y frágil se embarca y zarpa del puerto. Para consternación de Eustace, descubren que el anciano es en realidad el rey Caspian; al no saludarlo, se han perdido la primera señal. Han pasado setenta años desde la última vez que Eustace estuvo en Narnia, aunque ha pasado menos de un año en su mundo. También descubren que Caspian ha zarpado para visitar de nuevo las tierras que visitaron cuando él y Eustace eran jóvenes, aunque muchos narnianos creen que ha partido en busca de Aslan para preguntar quién será el próximo rey de Narnia cuando muera. Caspian, obviamente, se está deteriorando con la edad, y su gente teme que no viva mucho más. El enano Trumpkin, el Señor Regente de Caspian, ahora muy anciano y sordo, les proporciona a Jill y Eustace habitaciones en Cair Paravel, pero por consejo de Glimfeather el Búho, no mencionan su búsqueda. Glimfeather los convoca a un Parlamento de sus compañeros búhos parlantes, quienes explican que el Príncipe Rilian desapareció una década antes mientras buscaba una gran serpiente verde que había matado a su madre.

Jill y Eustace son llevados en avión a las marismas del extremo norte de Narnia, donde se encuentran con su guía, Puddleglum, un sombrío pero valiente Serpiente del Pantano. Viajan hacia las tierras de los gigantes al norte de Narnia. Hambrientos y sufriendo por la intemperie, se encuentran con la Dama de la Túnica Verde acompañada de un silencioso caballero de armadura negra. Ella los anima a dirigirse al norte, a Harfang, el castillo de los “Gigantes Gentiles”, quienes, según ella, estarán encantados de recibirlos en su Festín de Otoño. Jill y Eustace, abrumados por la idea de comodidad y calidez, están ansiosos por partir; solo Barroquejón se opone al viaje a Harfang. Tras un largo viaje con un clima severo y desafiando un misterioso abismo en medio de una fuerte tormenta de nieve, son bienvenidos en Harfang.