Los Alegres del Barranco, una banda de música regional mexicana, se encuentran en el ojo del huracán tras un escandaloso concierto en Guadalajara que podría llevar a sus integrantes a la cárcel. Durante su actuación en el auditorio Telmex, la agrupación proyectó imágenes de un líder criminal buscado por las autoridades, desatando la furia de la opinión pública y de los gobiernos de México y Estados Unidos.
El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, condenó el incidente, afirmando que glorificar la violencia no tiene cabida en la sociedad. Las redes sociales estallaron en críticas, y la presidenta Claudia Sheinbaum exigió una investigación inmediata. La situación se agravó cuando el gobierno estadounidense revocó las visas de trabajo y turismo de los cuatro miembros de la banda, intensificando la presión sobre el grupo.
Las repercusiones son severas: la Fiscalía de Jalisco ha iniciado una investigación que podría resultar en penas de hasta seis meses de prisión por apología del delito. Los Alegres del Barranco, originarios de Sinaloa, han sido acusados de normalizar la violencia a través de su música, que a menudo rinde homenaje a figuras del crimen organizado. Este episodio no es aislado; el grupo ha enfrentado críticas similares en el pasado.
Mientras tanto, el auditorio Telmex se ha visto obligado a revisar sus contratos con artistas para evitar que situaciones como esta se repitan. La indignación pública no ha cesado, y muchos exigen sanciones severas para los responsables. La controversia sigue creciendo, y los Alegres del Barranco, lejos de mantenerse al margen, parecen estar dispuestos a desafiar aún más a las autoridades, lo que podría tener consecuencias devastadoras para su carrera y su libertad. La situación es crítica y el futuro del grupo pende de un hilo.