Rusia se prepara para una respuesta contundente tras el reciente ataque a sus bombarderos estratégicos, según advierte el analista Diego Moragón. En un contexto de creciente tensión, Moscú podría utilizar misiles Oreshnik, conocidos como avellanos, para enviar un mensaje claro de poder a Occidente, mientras las conversaciones de paz en Estambul se tambalean.

Las últimas horas han sido críticas: la agresión a los activos militares rusos ha provocado un aumento de la presión sobre el Kremlin, que, si bien ha mantenido la calma, no se quedará de brazos cruzados. Moragón señala que, aunque Putin ha sido táctico en su respuesta hasta ahora, se espera que actúe en las próximas semanas de manera contundente. “Rusia no tolerará que se le provoque sin consecuencias”, enfatiza.

El uso de los misiles Oreshnik sería un acto deliberado para demostrar la fuerza rusa, mientras que la comunidad internacional observa con inquietud. A pesar de la presión interna y externa, Putin está decidido a no caer en provocaciones que desencadenen un conflicto nuclear, lo que añade una capa de complejidad a la situación.

Adicionalmente, se menciona que la inteligencia británica podría estar detrás de las recientes operaciones, lo que complica aún más el escenario. Los analistas advierten que el Kremlin está en una encrucijada: responder de manera efectiva sin provocar una escalada mayor. La situación es volátil y los líderes europeos están en alerta máxima, conscientes de que cualquier movimiento en falso podría desatar un desastre.

A medida que la tensión se intensifica, el mundo espera ansioso la próxima jugada de Moscú. El reloj avanza y la presión sobre Putin se incrementa, mientras la comunidad internacional se prepara para posibles repercusiones. La pregunta ahora es: ¿cómo responderá Rusia y qué implicaciones tendrá esto para el futuro del conflicto en Ucrania? La incertidumbre es palpable y las consecuencias podrían ser devastadoras.