Luciana El Busto ha roto el silencio en medio de un torbellino mediático que ha sacudido la farándula argentina. En una emotiva entrevista, la amante de Diego Brancatelli confirmó su vínculo afectivo, desatando rumores y comentarios que la han perseguido durante semanas. “No somos una pareja escondida; lo que hay es natural y maduro”, afirmó entre lágrimas, revelando la angustia que ha sentido por las filtraciones de chats y la manipulación de su vida privada.
La presión de los medios ha sido abrumadora para Luciana, quien admitió haber pasado por momentos difíciles. “Me superó, me hizo mal. La gente habla sin saber; no me regaló una camioneta ni un ladrillo de mi casa”, sentenció, defendiendo su verdad ante la ola de especulaciones. La filtración de conversaciones privadas fue el punto de quiebre para ella, un ataque a su intimidad que no estaba dispuesta a tolerar.
Su relato no solo se centra en su relación con Brancatelli, sino que también se extiende a la esposa de este, Cecilia Incinga. Luciana, con empatía, reconoció la complejidad de la situación familiar y eligió hablar en lugar de permanecer en silencio. “Ellos eligieron el silencio; yo elegí hablar”, declaró, mostrando un profundo sentido de responsabilidad hacia su propia historia y la de aquellos involucrados.
A medida que la conversación avanzaba, Luciana se mostró vulnerable, reflejando cómo la atención constante de los medios y la opinión pública han afectado su vida cotidiana. “No soy Susana Jiménez para escapar; tengo que salir a laburar”, expresó, dejando claro que su vida no se detiene ante el escándalo. Al final de la entrevista, una frase resonó con fuerza: “Si a alguien le molestó, les pido perdón. Ya no podía más con el silencio”.
Así, en medio del caos, Luciana El Busto se presenta no solo como una figura del espectáculo, sino como una mujer que busca su verdad en un mar de rumores, un recordatorio de que detrás de cada historia mediática hay emociones humanas y un deseo de comprensión.