**Título: El PAPA FRANCISCO escribió una carta… solo para que su PERRO la oliera**
En un giro conmovedor, se ha revelado que el Papa Francisco escribió una carta en sus últimos días de vida, no destinada a humanos, sino a su fiel compañero Baltazar, un perro mestizo que lo acompañó hasta el final. La carta, nunca abierta por cardenales ni asistentes, se encontró oculta bajo una almohada en la Casa Santa Marta, donde el pontífice pasó sus últimos momentos.
La mañana posterior a su fallecimiento, Baltazar entró en la habitación vacía y, sin ladrar, se dirigió a la cama del Papa. Con su hocico metido bajo la almohada, encontró el sobre y se recostó sobre él, llorando en silencio, como si comprendiera que ese trozo de papel contenía una despedida que no estaba listo para aceptar. El enfermero Masimiliano, presente en esos momentos, recordó que el Papa había pedido que solo Baltazar tuviera acceso a la carta.
La historia de esta carta, conocida en el Vaticano como “la carta invisible”, ha despertado gran curiosidad. Nadie se atrevió a abrirla, respetando el deseo del Papa, quien siempre mostró un amor sincero hacia su mascota. Baltazar, tras la muerte de Francisco, se negó a comer y pasaba horas esperando junto a la cama vacía, como si aguardara el regreso de su amigo.
La hermana Jeneviev, quien había rescatado a Baltazar años atrás, sintió la necesidad de leer la carta junto al perro. En un acto de amor, se acercó a la capilla y, en un momento cargado de emoción, comenzó a leer en voz baja, mientras Baltazar permanecía atento, como si entendiera cada palabra. La carta, aunque nunca destinada a ser leída por otros, se convirtió en un símbolo del vínculo profundo entre el Papa y su perro, recordándonos que algunas despedidas no necesitan ser verbalizadas; son sentidas en el corazón.
La conmovedora historia de Baltazar y el Papa Francisco nos deja un mensaje eterno: el amor verdadero trasciende las palabras y se manifiesta en los momentos más silenciosos y sagrados de la vida.