El Gran Premio de China se convirtió en un escenario de pesadilla para Lewis Hamilton, quien tras un inicio prometedor, se encontró en el centro de un escándalo histórico. El siete veces campeón de Fórmula 1 había logrado una impresionante victoria en la carrera sprint, elevando las expectativas para el domingo, pero todo se desmoronó en un instante. La jornada se tornó oscura cuando tanto él como su compañero de equipo, Charles Leclerc, fueron descalificados tras la carrera por infracciones técnicas, marcando la primera vez en la historia de Ferrari que dos pilotos del equipo son descalificados en la misma carrera.
El caos comenzó en la primera vuelta, cuando Hamilton y Leclerc colisionaron, dañando el suelo del SF25 de Hamilton. A pesar de que ambos continuaron en la carrera, la falta de rendimiento se hizo evidente. Tras la carrera, la FIA reveló que el bloque de deslizamiento de Hamilton era de solo 8.5 mm de grosor, 0.4 mm por debajo del mínimo requerido. La descalificación no solo supuso una pérdida de puntos valiosos, sino que también significó el fin de una racha de 16 años en la que Hamilton había logrado al menos una vuelta rápida por temporada.
La frustración de Hamilton era palpable, y en sus declaraciones post-carrera, no dudó en calificar el rendimiento del coche como “terrible” tras los cambios de configuración realizados después de su victoria en la sprint. “Perdimos mucho tiempo de aprendizaje debido a estos cambios”, advirtió, dejando entrever problemas más profundos en la toma de decisiones del equipo.
Este descalabro plantea serias interrogantes sobre la capacidad de Ferrari para competir al más alto nivel en esta nueva era de regulaciones de F1. Con una desventaja de 78 puntos frente a McLaren en las clasificaciones de constructores, Ferrari se enfrenta a un desafío monumental. Mientras el equipo se prepara para la siguiente carrera en Miami, el tiempo se agota para rectificar estos errores. En un deporte donde cada milésima cuenta, la presión está en el corazón de la Scuderia, y el futuro de Hamilton y Ferrari pende de un hilo.