El mundo de la música se encuentra de luto tras la inesperada partida de Flaco Jiménez, el legendario acordeonista texano que dejó una huella imborrable en el género Tex-Mex. El 31 de julio de 2025, la familia de Flaco confirmó su muerte en San Antonio, Texas, en un silencio que contrasta drásticamente con la grandeza de su legado. A sus 76 años, Flaco cerró los ojos por última vez, rodeado del amor de su familia, pero sin el reconocimiento que merecía.
Flaco Jiménez, hijo del pionero Santiago Jiménez y nieto del gran Patricio Jiménez, dedicó su vida a fusionar ritmos latinos con el espíritu fronterizo. Desde su niñez, su acordeón fue su voz, un símbolo de resistencia cultural en un mundo que a menudo ignoraba su arte. Aunque alcanzó la fama en los años 80 con Texas Tornados, su vida estuvo marcada por la lucha por el respeto y la visibilidad de su música, que muchos consideraban de segunda clase.
A pesar de su éxito, Flaco se retiró de los escenarios en 2015, sin grandes despedidas ni homenajes. Su salud se deterioró, y su acordeón, una vez vibrante, se convirtió en un símbolo de lo que había perdido. La noticia de su muerte fue recibida con tristeza y vergüenza en la comunidad musical, que lamentó no haber honrado a un verdadero ícono en vida.’
En la noche de su partida, músicos de calle y comunidades comenzaron a tocar su música, recordando su legado y exigiendo justicia por el olvido que sufrió. Flaco Jiménez no solo fue un artista; fue el corazón del Tex-Mex, un puente entre culturas. Su ausencia deja un vacío profundo, pero su música seguirá resonando en cada rincón donde se celebre su memoria. La historia de Flaco es un llamado urgente a recordar y honrar a aquellos que nos dejaron un legado cultural invaluable.