¡ESCÁNDALO EN BOGOTÁ! Durante el homenaje al asesinado senador Miguel Uribe Turbay, un grito desgarrador interrumpió el silencio y reveló la profunda polarización que sacude a Colombia. En la emblemática plaza de Bolívar, mientras miles de colombianos se congregaban para rendir homenaje al político caído, la frase “¡Fuera Petro!” resonó con una fuerza que cortó el aire, dejando a todos atónitos. Este clamor, surgido de un grupo de ciudadanos, encapsuló la rabia y frustración de aquellos que ven en el actual gobierno un fracaso en el liderazgo del país.
El homenaje, que prometía ser un momento de unidad y duelo, se tornó en un escenario de confrontación política. La multitud, inicialmente compungida, se transformó en un eco de descontento que reverberó contra los históricos edificios que rodean la plaza. No era un acto premeditado, sino la explosión espontánea de un malestar profundo que, incluso en el luto, se manifiesta con urgencia.
Las fuerzas de seguridad, ya presentes en gran número, observaron con preocupación el desarrollo de los eventos, conscientes de que la violencia que segó la vida de Uribe aún pesa sobre el ambiente. A medida que la fila de dolientes avanzaba, la atmósfera se cargó de tensión, un recordatorio de que las batallas políticas no cesan ni siquiera en momentos de tragedia.
La ausencia notable de miembros del gobierno de Gustavo Petro en el acto no pasó desapercibida, sumando una capa más de complejidad al duelo nacional. Este episodio, lejos de ser un simple acto de despedida, se ha convertido en un termómetro del clima social y político de un país dividido. Las palabras “¡Fuera Petro!” no solo fueron un grito de protesta; fueron un reflejo de un descontento generalizado que resuena en cada rincón de Colombia.
La polarización se siente, se vive y se grita, y este momento en la plaza de Bolívar es solo un capítulo más en la lucha por la reconciliación en una nación que sigue buscando su camino. Las voces de los dolientes son un eco que nos recuerda que, incluso en el dolor, la política está inextricablemente entrelazada con la vida de los ciudadanos.